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Marta Domínguez |
En lo que se refiere al dopaje, que es lo más relevante en un deportista, aquí chocamos con la mayor debilidad de la Ley de Lissavetzky, que supuso un gran avance pero que es mejorable. La ley no persigue el acto de doparse en sí. Y la juez soltará las pruebas al CSD si quiere. Si no, no.
Marta Domínguez tiene (aparte de aquella pregunta en clave de "¿Alberto, con cuánto tiempo limpias tu casa?") tres asuntos muy serios en lo que se refiere estrictamente a dopaje. El primero arranca de la 'operación Puerto', con la sangre codificada como 'Urco' (el nombre del perro de su marido) y su teléfono móvil escrito junto a la etiqueta. El segundo está en la 'operación Galgo', cuando la juez imputa a Alberto García haber entregado EPO a Domínguez (ello puede explicar lo de limpiar la casa por dentro). Todo esto hay que dilucidarlo: o hay dopaje o no lo hay. El tercero son los pendientes de platino, presuntamente AMTH-2 que le llevaba su entrenador a Palencia y donde se halló testosterona sintética en el laboratorio de Colonia.
Lo publicado por El Mundo es una gran noticia para todos. Al margen del dopaje, cuando menos cargos por tráfico de sustancias, delito fiscal (o lo que sea) tenga un atleta, mejor. Y si en las famosas botellas de oro no había trembolona, más tranquilos nos quedamos todos.
2 comentarios:
Bien dicho, aún le queda muuuucho de qué librarse.
Me alegro por Marta. Seguiré esperando buenas noticias en este caso.
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